- Back to Home »
- On the road »
- We reached Estonia! Hemos llegado a Estonia!
Posted by : Anna Liisa Seveljova
Wednesday, August 13, 2014
---Español abajo/Spanish below---
We spent only one day in Roding, because we needed to move on. Prague wasn't far and we could have got there in only one day, but we decided to go slow because nobody had answered us in Couchsurfing yet. We arrived to the Czech capital on Friday, July 25. Prague is the spectacle they say it is, but it's also a hive of tourists. In the most famous places, you can hardly walk. Anyway, the three of us enjoyed its charming views. That night we had to set up the tent again.
The next morning, when we had already given up the hope to find someone to host us, someone sent a message on our phone. It was Jakub, a stranger who became our friend in two minutes. Jakub from Couchsurfing invited us to stay at his place. Luna was exhausted. The previous day we had walked quite a lot and in the morning she had met another staffy, and they had chased each other happily in the big field. So as soon as we stepped into Jakub's apartment, Luna surrendered to sleep. She woke up much later, when she realized we were about to have a barbecue. Our host had organized it spontaneously.
In Poznan, one of our ex-roommates greeted us with arms wide open. Luna was just as happy to see her as we were. Dama, an American girl with Polish and Palestinian roots, had lived with us in Malaga for 3 months, which was enough time to become good friends. However, she always says that her best roommate was Luna. She definitely has a point, as we all know already that Luna is one adorable creature.
Anu, Anna's mother, along with her boyfriend, picked us up is Olsztyn, in northern Poland. They took us directly to Estonia. We just made a small stop in Lithuania to spend the night. The farthest point of our journey was Tallinn, but at least, after three weeks traveling, we had arrived to Estonia. Anu left us in the country house, about 20 km away from Latvia. There we met with María, Anna's sister, and her boyfriend Kristo. We spent three days resting and enjoying the endless green landscapes. Luna was astonished by that place. Right after she put a paw outside the house, she was surrounded by grass. For her, it was like a dream come true. I think she was thinking something like "Incredible! I don't need to go a long distance to be able to run free at ease." And that's exactly what she did. She ran, rolled around in the grass like a pig in a puddle, smelled everything she wanted and never stopped enjoying herself. At certain moments she stepped out of her private paradise and she looked at us as if she was trying to tell us "I love this new life. I don't want this adventure to end!" And she continued jumping and doing somersaults.
En Suiza los
planes cambiaron. Por un día, dejamos de filmar Luna on the road para dar paso
a Luna on the boat. La mañana del viernes 18 de julio, Geneva nos recibió
sonriente. Aquel día, la primera persona que nos recogió se empeñó en no
dejarnos pagar por nuestro desayuno. "Yo también he viajado así y mucha
gente me ayudó. Ahora yo quiero ayudar". Fue un adelanto de lo nos
esperaba aquel día. Ahmed, un hombre de mirada espontánea y sonrisa sincera,
detuvo el coche para ofrecerse a llevarnos hasta la entrada a la autopista.
"Es mejor allí".
Desde
que vio a Luna, Ahmed, se la llevó a los brazos como si fuera un amigo que
regresa mucho tiempo después. Ella, por su puesto, le dejó el rostro marcado a
lengüetazos. Gran conversador como era, iniciamos una charla rápida y le
explicamos nuestro proyecto. De pronto, nos mira por el retrovisor y nos hace
una invitación que jamás hubiéramos imaginado: "Tenéis que estar cansados.
Esta tarde voy con mi familia y amigos a pasar el día en mi bote en medio del
lago Leman. Si os apetece tomaros el día libre, estáis invitados".
Aquel
caluroso viernes pasamos el día entero en el bote de Ahmed. Luna también
disfrutó. Habían muchos humanos nuevos que le acariciaban la cabeza y en varios
idiomas le hablaban cariñosamente. Ahmed incluso compró comida para ella. Los
últimos rayos del sol nos despidieron cenando en medio del lago. Ahmed, junto a
su amigable esposa y su curioso niño, nos invitaron a pasar la noche en su
casa. Al día siguiente nos despidieron con un desayuno que parecía un banquete
de príncipes.
Después
de la improvisada parada en Geneva, la siguiente era Roding. Un pequeño
pueblecito alemán situado a unos 50 kilómetros de Regensburg. Llegamos allí el
miércoles 23 de julio. Por el camino se quedaron otro puñado de conductores
resueltos a compartir su trayecto con extraños. Como aquel austriaco (tuvimos
un brevísimo paso por Austria antes de entrar a Alemania), que nos llevó más
allá de su destino y que nos regaló lo que parecía su cena de esa noche:
salchichas, queso, pan y un melón. Como se trataba de un día lluvioso, hasta su
paraguas nos ofreció. No lo aceptamos. Anna y yo tenemos nuestros chalecos de
lluvia y Luna siempre tiene uno improvisado además de su propio paraguas. Ella
nunca se moja, nosotros tal vez.
En
Roding nos esperaba Abdel, un amigo que conocimos en Málaga. Nos dio un abrazo
al vernos, justo cuando iba a trabajar por la mañana temprano, y nos indicó el
camino restante para llegar a su casa. A la tarde Luna tuvo otra fiesta de
lametones. Abdel volvía del trabajo con una fila de amigos.
Solo
estuvimos un día en Roding, había que avanzar. Praga no estaba lejos y podíamos
haber llegado en un solo día, pero decidimos ir despacio porque todavía nadie
nos había contestado en couchsurfing. Llegamos a la capital checa el viernes 25
de julio. Praga es el espectáculo que dicen que es, pero también es un
hervidero de turistas. En los lugares más famosos apenas y se puede caminar. De
todas formas, los tres disfrutamos de sus vistas de encanto. Esa noche tuvimos
que armar la tienda otra vez.
A la
mañana siguiente, cuando ya nos hacíamos a la idea que esta vez no tendríamos
una casa en una de nuestras paradas, alguien nos envía un mensaje al móvil. Era
Jakub, un desconocido que se convirtió en amigo en dos minutos. Jakub, a través
de couchsurfing, nos invitaba a quedarnos en su casa. Una vez reunidos, nos
ofreció de todo. Luna estaba rendida. El día anterior habíamos caminado
bastante y aquella mañana se había encontrado con otro staffy con el que había
correteado feliz por enormes prados. De modo que apenas pisamos la casa de
Jakub ella cayó rendida. Se despertó definitivamente tiempo después cuando se
dio cuenta que preparábamos una barbacoa. Nuestro anfitrión la había organizado
de manera espontánea.
El
domingo 27 era nuestro día señalado para partir rumbo a Poznan, Polonia, pero
Jakub nos convenció de que nos quedáramos un día más. Así que salimos hacia
nuestro siguiente destino el lunes 28. Ese día nos planteamos llegar a Poznan
desde Praga antes del anochecer. Era todo un reto y creíamos que no lo
lograríamos, especialmente porque las dos primeras personas que nos llevaron
nos dejaron en lugares casi desérticos de los que era imposible salir
caminando. Pero al final, lo conseguimos. El último coche que nos llevó hasta
nuestro destino, nos recogió cuando las farolas ya habían remplazado al sol.
Dimos un enorme suspiro cuando alguien se detuvo porque la primera regla del
autoestopista es no hacer autostop durante la noche: es casi imposible que
alguien se detenga.
En
Poznan nos recibió con los brazos abiertos una antigua compañera de piso. Luna,
al igual que nosotros, estuvo bastante contenta de volver a verla. Dama, una
chica americana, de raíces polacas y palestinas, había vivido con nosotros en
Málaga durante tres meses. Tiempo más que suficiente para terminar siendo
buenos amigos. Aunque ella siempre diría que su mejor compañera de piso fue
Luna. Razón no le falta, ya todos sabemos que Luna es una adorable criatura.
El 30
de julio la madre de Anna, que estaba de vacaciones recorriendo Polonia en su
coche, se iba rumbo a Lituania. unos 400 kilómetros nos separaban de ella. No
queríamos dejar pasar la oportunidad de que nos llevara directo hasta Estonia.
De modo que, la madrugada del 29, Dama nos acompañó hasta la estación de trenes
de Poznan para poder darle caza, antes de que llegara a Lituania. Todavía nos
alegramos de una manera especial cada vez que vemos a Luna en un tren o un
autobús. En España, no está permitido. Por lo menos no del todo. En trenes de
larga distancia, los perros tienen que ir en un transportin. Aparato que Luna
odia. En el autobús están completamente vetados. Más aún tratándose de un
"perro peligroso". De manera que, subir con ella a un tren, tranvía o
autobús como si estuviéramos entrando a nuestro salón, es algo que nos encanta
ver. Muchos
pasajeros incluso sonríen al verla y algunos se acercan a acariciarla.
Anu, la
madre de Anna, junto a su novio, nos recogieron en Olsztyn, en el norte de
Polonia. Nos llevaron directos hasta el sur de Estonia. Solo hicimos una
pequeña parada de una noche en Lituania. El punto más lejano de nuestro viaje
era Tallinn, pero por fin, después de tres semanas de viaje, habíamos llegado a
Estonia. Anu nos dejó en su casa de campo, a unos 20 km de Letonia. Allí
coincidimos con María, la hermana de Anna, y su novio Kristo. Pasamos tres días
descansando y disfrutando de las eternas vistas verdes. Luna no salía de su
asombro con aquel lugar. Apenas ponía una pata fuera de la casa, estaba rodeada
de gras. Era como un sueño hecho realidad para ella. Yo creo que pensaba algo
así: "¡Increíble! No
necesito caminar mucho para corretear a mis anchas". Y así lo hizo. Corrió, se revolcó por
el gras como un cerdo en charco, olfateó todo lo que quiso y no paró de
disfrutar. En ciertos momentos, salía de su particular paraíso y nos miraba
como diciendo "Esta nueva vida me encanta. ¡No quiero que termine esta
aventura!". Y siguió dando brincos y
volteretas.